La ansiedad, ese guardián atento.
La ansiedad está a la orden del día. Las restricciones, los cambios constantes, la ausencia de control activan esta respuesta de ansiedad en nosotros.
Esa sensación de ahogo, de falta de aire, el sentimiento de urgencia, la interpretación mental viajando a 430 kilómetros por hora en la neurología, nos lleva a experimentar lo que entendemos como ansiedad.
El estrés como respuesta adaptativa, como guardián que pretende evitar esa percepción de falta o carencia en un entorno que percibimos como restrictivo, lleva a muchas personas a estimar ineficaz toda posible actividad acorde con saberse capaces para manejarnos en un entorno cambiante, impredecible y altamente volátil.
La vivencia y la creencia arraigada de una carencia efectiva en el manejo del entorno, la convicción de que esa grácil capacidad de afrontamiento útil ante la adversidad está siendo puesta en tela de juicio, lleva a las personas a sufrir ansiedad.
El mal de hoy nos susurra al oído que sentimos miedo, que no sabemos manejarlo y que el futuro es incierto con la consiguiente vivencia de ansiedad , angustia, disgusto, malestar inespecífico, intranquilidad, dolor, e incapacidad de goce y disfrute, porque lo negativo toma protagonismo.
Cuando esto se hace figura, nos olvidamos de todo lo demás.
Otra manera mas constructiva de interpretación de la ansiedad, de lo que nos sucede, sería la siguiente:
La vida nos exige continuamente reaccionar a ella.
La ansiedad viene de la trampa de una creencia fallida al considerar que deberemos cambiar las circunstancias exteriores para sentirnos bien.
Como esto es del todo imposible, como ciertamente en esa evaluación si estamos acertados, lo vivimos tan sobredimensionado que nos colapsa.
La situación actual de pandemia es vivenciada de múltiples maneras.
Las connotaciones que inclinan al paisaje interno placentero o amedrentador, guarda una estrecha correlación con el tipo de emociones que cada persona experimente fruto del desgaste que representa la pandemia y el coronavirus, aunque no son el único patrimonio capaz de conseguir desajustar al ser humano.
Atención a este acto vertiginoso de conexiones que suceden en milésimas de segundo y que nuestro pensamiento concatena y estima como verdadero. Porque las personas reaccionamos a lo negativo, a los sucesos negativos con una sincronicidad centesimal.
Lo negativo, activa reacciones mecánicas que nos gobiernan.
Nuestra verdadera tarea, cuando percibimos ansiedad, consistirá en ir transformando nuestras impresiones de modo que no nos provoquen reacciones negativas.
Como dice Gudrieff, no puedo transformar las impresiones del mundo de entrada en mi, pero si el resultado.
Cada cual está gobernado por su propia serie de reacciones a las impresiones de la vida. Si son interpretaciones y realidades negativas, nos podemos desajustar.
Acuérdate entonces de darle la vuelta, este es el reto ¿sabes por qué?
Porque nos identificamos con lo que sentimos, así puestos a jugar a este juego, juguemos a inclinar la balanza también por darle espacio a lo positivo.
Los estados emocionales positivos, nos llevan hacia le pensamiento abierto, optimista, creativo y flexible y por tanto también nos impulsará hacia una facilidad y mayor gusto por sentirnos habilidosos y agraciados en sentirnos capaces de afrontar y ejecutar el verdadero trabajo activo que se realiza dentro de cada uno de nosotros.
Interpón un pensamiento y una actitud facilitadora de sentirte capaz, poseedor de un cerebro despierto, hábil y entrenado en adoptar posturas precursoras de bienestar.
La ansiedad irá cediendo…
Recuérdate que si te valoras y hablas bien, te vuelves capaz y así la ansiedad irá cediendo espacio.
- Convierte cualquier ocasión en una oportunidad para fluir, sentirte apto es incompatible con la sensación de que nada puedo hacer para experimentar estados de armonía corporal.
- Aspira a moldear tus tensiones corporales, esos marcadores sensoriales transforman la interpretación de nuestra neurología y la ansiedad irá cediendo a la verdad del cuerpo.
- Imagínate libre, sin alimentar fantasías ilusorias catastróficas, eres lo que sientes e interpretas. Pues el cerebro no diferencia entre lo real e imaginario.
- Pon énfasis en lo que si sabes que funciona bien en ti.
- Pon tu radar en señalar y estimular la alegría, la esperanza, la ilusión, el humor y déjate permear por sus efectos.
Creo honestamente que aun cuando las conocemos bien en otros, las estimulamos e invocamos muy poco en nuestro cotidiano. Quizás sea el momento en que solo por hoy decides invocar su presencia y optas deliberadamente por ejercitarlas.
Verás que algo cambia, sentirás que algo fluye solo en este presente, cuando ni viajas al pasado de tiempos mejores, ni elucubras sobre fantasías que te alejan de ti y de tu cuerpo.
Te animo a aprender a poner el foco en querer aprender. Es una maravillosa química preventiva, precursora de bienestar.
Si quieres te lo explico y si me lo permites te lo muestro, ¿hablamos?