Todos somos líderes
Cuando asistí a mi primer curso formativo sobre liderazgo, quedé realmente impresionada por la calidad humana de la docente. Ella, creía lo que nos transmitía. Y lo que aún hoy sigue nítido y claro en mí, transcurridos más de 14 años de aquel motivador encuentro matinal, es que realizar algún descubrimiento por cuenta propia, marca un punto de inflexión, algo te cambia por dentro y ese algo es siempre positivo.
Descubrí que todos somos líderes, que no es una característica propia de directivos, que yo tanto si lo quiero como si no, lidero, no porque sea madre, compañera, amiga, hija, hermana, empleada, (que también, claro que sí), sino porque soy una persona, mi cuerpo, el conjunto de células que me conforma, es asunto mío y sólo a mí me corresponderá dirigir esta empresa. Es decir, pude verme a mi misma liderando un proyecto propio, yo conmigo. Me asombré de algo tan sencillo, que me sucedía por primera vez y que comparto.
El liderazgo auténtico se desarrolla mediante un proceso interminable de autoconocimiento, educación, formación y experiencia.
Se requiere autoconocimiento, autodominio y disciplina, tanto como reconocer que un líder necesita de otros líderes y seguidores que mejoren y dejen huella, que sean protagonistas activos de un fin común. Sólo así se puede forjar el genio que se encuentra en cada uno de nosotros.
El liderazgo viene desarrollándose desde los años 40. Hay más de 88 teorías y con ello la complejidad para discernir sobre su idoneidad.
¿Entonces, en qué consiste el verdadero liderazgo? El liderazgo es lo que haces cuando nadie está mirando. La verdadera medida de lo que eres es lo que haces cuando nadie te mira. (R. Sharma)
Tal y como recalca Robin Sharma, no hace falta ser Steve Jobs, o Bill Gates para ser un gran líder: “El liderazgo consiste en pequeños actos de creatividad, cosas que parecen insignificantes, pero que se producen de forma constante. Lo insignificante nos lleva a cosas grandes, a la auténtica transformación”.
Y hay algo aún mas motivador y que me abrió una inmensa ventana y una enorme satisfacción interior: no hay que tener un cargo para ser un auténtico líder, puesto que esa creencia es en si misma una forma muy tramposa de renuncia a nuestro poder, simplemente por creer que no lo tenemos.
Por otra parte, traspasado el liderazgo personal y el interpersonal, pasaríamos a un tercer y cuarto niveles de liderazgo donde se situaría el liderazgo gerencial y el organizacional, ese que se despliega con mayor visibilidad, en el ámbito laboral.
Casi todas las variables en el campo de la psicología de la salud ocupacional, se relacionan empíricamente con el liderazgo, puesto que tiene una importante influencia sobre el bienestar de los trabajadores. (Kelloway y Barling 2010).
Debido a que el líder orienta y conduce a un grupo hacia objetivos concretos MANTENIENDO AL GRUPO COHESIONADO (Castillo 2007), necesitará conocer, alinear valores, cooperar, para otorgar y dar sentido y significado a las acciones de sus seguidores.
El grado de satisfacción y la calidad de vida laboral dependerá fundamentalmente del tipo de emociones que experimentan las personas en su puesto de trabajo, de ahí que sea determinante facultar, es decir tener esa capacidad para generar estados de ánimo positivos, poniendo especial acento a las necesidades emocionales de estima, autoestima, competencia y autonomía (A. Jovell 2007).
No se pueden saltar etapas, sin un buen grado de conocimiento personal, sin estilos de comunicación equilibrados, sin madurez personal, el atajo entendido como poseer cierto cargo, ciertos estudios, no te facultará para ejercer un liderazgo que cohesione. Cuando tengas dudas, simplemente interrógate por el momento de tu descenso:
¿Por qué te recordarán? ¿A cuántas personas habrás contribuido a mejorar su vida y a quienes les que habrás facultado en algo de valor al servicio de la vida?
Puedes influir positivamente en tu empresa, siempre es un buen momento para iniciar ese movimiento de adentro afuera, facultando la auténtica transformación, esa que es humilde, sencilla y recordada. ¿Hablamos?